Pax Dettoni: "Identificar el temperamento de tu hijo sirve para conocerle mejor y aceptarle" (2024)

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Eva RodríguezPeriodista especializada en educación y parenting

Creado: 21.06.2024 | 12:17

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Pax Dettoni es autora de libros como “La inteligencia del corazón” (Ed. Destino) y “Puentes de Perdón” (Ed. Descleé) y creadora del teatro de conciencia y programa de convivencia escolar “En sus zapatos: un espacio de empatía activa” que ha llevado a más de 150 centros. Ahora reúne toda su experiencia en educación emocional y su conocimiento en temperamentos en su nueva obra “Edúcame con lo que soy y para lo que seré” (Ed. CCS). La experta explica a Ser Padres por qué es importante enseñar a los niños a identificar y poner nombre a las emociones y señala que este es un libro eminentemente práctico que ayuda a los padres a educar a sus hijos teniendo en cuenta el temperamento de cada uno.

Pax Dettoni: "Identificar el temperamento de tu hijo sirve para conocerle mejor y aceptarle" (1)

Aunque el libro se dirige principalmente a docentes de Educación Infantil y Primaria, ¿de qué forma puede resultar útil a los padres un libro como "Edúcame con lo que soy y para lo que seré"?

Este libro puede ser muy útil a las familias por dos motivos importantes. Por un lado, les va a ayudar a identificar cuál es el temperamento de su hijo o hija. Por otro, les ayudará a conocer estrategias concretas de educación emocional que podrán usar con sus hijos, dependiendo de cuál es su temperamento.Por ejemplo, si un padre o una madre descubre que su hijo o hija es de tendencia colérica, aprenderá la forma en la que debe orientar su educación emocional para que el niño o la niña aprenda a vencer su impulsividad o su poca tolerancia a la frustración y a empezar, poco a poco, a desarrollar su capacidad empática o asertiva para resolver los conflictos. Por su parte, los padres dejarán de juzgarlo y empezarán a aceptarlo para ayudarle a transformar los aspectos más dañinos en aras de ayudarle a resplandecer en aquellos más beneficiosos para él mismo y su entorno.

¿Por qué es importante que los niños aprendan a reconocer y a poner nombre a las emociones?

Hay que aprender a nombrar lo que debemos gobernar (como dirían los griegos) o gestionar (como decimos ahora), porque de lo contrario, si un niño no aprende a nombrar sus emociones le resultará muy difícil evitar ser secuestrado por los impulsos emocionales. Por ejemplo, si el niño no reconoce su enfado resultará muy difícil que haga algo diferente a pegar, insultar, patalear, contestar…En cambio, si el niño sabe que cuando está enfadado es la rabia la le que “manda” que haga todas esas cosas, él puede, poco a poco, aprender cómo hacer para que no sea la rabia la que gana la batalla interior.

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¿Cómo pueden los padres ayudar a sus hijos a reconocer sus emociones?

Tanto los docentes como las familias pueden aprender educación emocional a través de nuestro programa “En su zapatos” cuyo objetivo es, precisamente, educar a los pequeños en ese primer “a,b,c” de la educación emocional que empieza por enseñar y reconocer y poner nombre a lo que sentimos: las emociones. De hecho, en la web del Programa en sus zapatos pueden encontrar mucho material de descarga gratuita.

¿De qué forma influyen los padres en el desarrollo de la inteligencia emocional de sus hijos?

Los padres son los primeros y más importantes educadores de la inteligencia emocional de sus hijos, pues son el modelo constante al que ellos tenderán a imitar. El libro dedica la primera parte a la educación emocional para que los adultos que son los educadores (docentes o familias) puedan hacerse cargo de su propia autoeducación emocional, pues no se puede educar emocionalmente a un niño o a una niña sin estar uno mismo educado previamente en lo emocional.

Es importante predicar con el ejemplo...

Sí. La educación emocional no es, en ningún caso, un recetario para lograr que tu hijo se comporte como a ti te gustaría, sino que es un proyecto familiar compartido por todos los miembros de la familia en el que los padres tiene la mayor responsabilidad y a los que se le exige, sobre todo, coherencia emocional. Es decir, como madre o padre no puedo castigar a mi hijo porque ha pegado e insultado a su hermana, si yo mismo, cuando él se comporta de una manera que no me gusta, le grito y le hiero a través de un estéril castigo punitivo. Es difícil que el niño aprenda no usar la violencia para resolver conflictos o encarar su propia frustración si el padre le pide al hijo lo que él no está practicando con su modelo de conducta.

Y de ahí la importancia a reconocer e identificar los cuatro temperamentos qué describe en el libro.

El padre o la madre debe conocer cuál es el temperamento de sus hijos para aprender a identificar las habilidades socioemocionales para las que naturalmente tiene facilidad y para las que tiene dificultad. De esta forma podrá orientar mejor su educación emocional. A esto se dedica, pues, la segunda parte del libro.

El libro parte de la base que a todos los niños no se les debe ofrecer la misma educación emocional, pues según su temperamento unos tendrán unas necesidades socioemocionales específicas, y otros, otras. Así, la familia comprometida con la educación de sus hijos deberá ocuparse de trabajar en su autoeducación emocional como padres, así como en conocer el temperamento de sus hijos para orientar su educación emocional.

Los cuatro temperamentos que menciona en el libro son: colérico, melancólico, flemático o de tendencias sanguíneas. ¿En qué consiste cada uno de ellos? ¿Cómo pueden reconocerlo los padres?

Los niños con temperamento colérico, por ejemplo, tenderán a ser muy activos, con mucha iniciativa y liderazgo, pero a la vez mostrarán grave dificultad para calmarse cuando se enfaden o para resolver los conflictos de una forma no agresiva. Sin embargo, los niños de temperamento flemático, tenderán a todo lo contrario. Por tanto, no podemos tratar a todos los niños como si fueran de tendencia colérica, ni a todos como si fueran de tendencia flemática. Son diferentes y necesitan cosas diferentes para desarrollar plenamente su inteligencia emocional.

Lo mismo ocurre con los niños que presentan una tendencia temperamental sanguínea o melancólica; mientras que los sanguíneos mostrarán extroversión constante y gran capacidad empática, pero gran dificultad para centrar la atención, reconocer lo que sienten o reflexionar profundamente, los melancólicos serán todo lo contrario.

¿Cómo atender entonces a todos por igual sin tener en cuenta sus diferencias temperamentales? Imposible. Por ello, creí necesario abordar esta temática, muy poco explorada todavía, con el objetivo de orientar mejor la educación de los más pequeños con el fin de evitar desajustes en esas tendencias temperamentales cuándo ya son más mayores y disminuye la posibilidad de incidir en ellos.

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Apunta que los cuentos son un excelente recurso para el desarrollo de la educación emocional de los niños. ¿De qué forma pueden influir en su inteligencia emocional?

Los cuentos son excelentes recursos didácticos de educación emocional pues funcionan bajo la misma ley de modelaje e imitación de la que hemos hablado antes. Por ello es importante saber escogerlos bien y decantarse por aquellos en los que el protagonista tenga el mismo temperamento que tu hijo. En el libro, uso los cuentos para ayudar a los adultos educadores a reconocer la tendencia temperamental de sus hijos o alumnos. Los protagonistas de cada uno de los cuatro cuentos escogidos representan muy bien los cuatro temperamentos arquetípicos: colérico, flemático, sanguíneo y melancólico.

¿Hay otra cuestión que desee destacar al respecto?

Quisiera poner de relieve que no hay un temperamento mejor que otro y que todas las tendencias temperamentales son una bendición para la familia. Identificar el temperamento de tu hijo o hija debe servir para conocerle mejor y aceptarle. En ningún caso, hay que lamentarse y preferir que mejor hubiera nacido con otro temperamento, ya que las tendencias temperamentales nos vienen de serie, es decir, no las escogemos, ni las podemos cambiar, son como la estatura, por ejemplo.

Tristemente, nuestras culturas valoran más unas tendencias temperamentales que otras, lo que hace que los niños y niñas nacidos con tendencia temperamental melancólica o flemática tiendan a invisibilizarse en la casa y en la escuela. Conocer los temperamentos y las necesidades de cada uno de ellos en la infancia debiera de servir justamente para visibilizar toda la diversidad y atenderla con igual aceptación y amor.

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